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MANOS DE DIOS

Oración al Señor de la MisericordiaOración al Señor de la Misericordia

OH SEÑOR MI DULCE AMIGO
CUATRO COSAS HOY TE PIDO
CON MUCHA NECESIDAD.
 
PACIENCIA PARA SUFRIR
FUERZA PARA TRABAJAR
VALOR PARA RESISTIR
LAS PENAS QUE HAN DE VENIR
Y ME HAN DE MORTIFICAR.
 
TEMPERAMENTO SERENO
PARA PODER RESOLVER
LAS COSAS CON SANTA CALMA.
 
Y ASÍ TENER EN EL ALMA
PERFECTA TRANQUILIDAD.
 
ESTO TENGO QUE PEDIRTE
OH MI JESÚS ADORADO
EN ESTE DÍA CONSAGRADO
PARA ADORARTE Y SERVIRTE
POR SIEMPRE.
 
AMÉN.
 

 

ORACIÓN A JESÚS DE LA
DIVINA MISERICORDIA.
 
JESÚS MISERICORDIOSO,
TU BONDAD ES INFINITA
Y LOS TESOROS DE TU GRACIA SON INAGOTABLES.
ME ABANDONO A TU MISERICORDIA QUE SUPERA TODAS TUS OBRAS,
ME CONSAGRO ENTERAMENTE A TI
PARA VIVIR BAJO LOS RAYOS DE TU AMOR
QUE BROTARON DE TU CORAZÓN
TRASPASADO EN LA CRUZ.
QUIERO DAR A CONOCER
TU AMOR MISERICORDIOSO
POR MEDIO DE LAS OBRAS DE MISERICORDIA
CORPORALES Y ESPIRITUALES.
MÁS TÚ ME PROTEGERÁS,
PUES TODO LO TEMO DE MI DEBILIDAD
Y TODO LO ESPERO DE TU PIEDAD.
QUE LA HUMANIDAD COMPRENDA
TU INFINITA MISERICORDIA,
A FIN DE QUE PONIENDO SU CONFIANZA EN ELLA,
PUEDA ALABARTE POR TODA LA ETERNIDAD. AMÉN.
 
ORACIÓN A JESÚS MISERICORDIOSO
 
Señor Jesús,
en la cruz manifestaste
tu obediencia al Padre
y tu voluntad de salvación universal:
venimos a implorarte perdón
y a darte gracias por tu amor.
Queremos hacer conocer tu Evangelio
mediante las obras de misericordia
para la conversión de los pecadores,
el consuelo de los afligidos,
y la asistencia a los pobres y enfermos.
Envíanos tu Espíritu Santo,
pues necesitamos sanar nuestra
libertad humana
para construir un mundo donde
reine la misericordia
y se anticipe el Banquete definitivo.
Ayúdanos a dar testimonio de fe y esperanza
delante de nuestros hermanos,
varones y mujeres,
para que comprendamos todos
que la felicidad perfecta se encuentra en Ti.
Indícanos el camino hacia el Padre,
para llegar a adorar
el Misterio de la Trinidad
junto a María y los Santos. Amén.


Adoramos el Corazón de Cristo porque es el corazón del Verbo encarnado, del Hijo de Dios hecho hombre.

Explicación de la fiesta

La imagen del Sagrado Corazón de Jesús nos recuerda el núcleo central de nuestra fe: todo lo que Dios nos ama con su Corazón y todo lo que nosotros, por tanto, le debemos amar. Jesús tiene un Corazón que ama sin medida.
Y tanto nos ama, que sufre cuando su inmenso amor no es correspondido.

La Iglesia dedica todo el mes de junio al Sagrado Corazón de Jesús, con la finalidad de que los católicos lo veneremos, lo honremos y lo imitemos especialmente en estos 30 días.

Esto significa que debemos vivir este mes demostrandole a Jesús con nuestras obras que lo amamos, que correspondemos al gran amor que Él nos tiene y que nos ha demostrado entregándose a la muerte por nosotros, quedándose en la Eucaristía y enseñándonos el camino a la vida eterna.
Todos los días podemos acercarnos a Jesús o alejarnos de Él. De nosotros depende, ya que Él siempre nos está esperando y amando.

Debemos vivir recordandolo y pensar cada vez que actuamos: ¿Qué haría Jesús en esta situación, qué le dictaría su Corazón? Y eso es lo que debemos hacer (ante un problema en la familia, en el trabajo, en nuestra comunidad, con nuestras amistades, etc.).
Debemos, por tanto, pensan si las obras o acciones que vamos a hacer nos alejan o acercan a Dios.

Tener en casa o en el trabajo una imagen del Sagrado Corazón de Jesús, nos ayuda a recordar su gran amor y a imitarlo en este mes de junio y durante todo el año.

Origen de la devoción al Sagrado Corazón de Jesús

Santa Margarita María de Alacoque era una religiosa de la Orden de la Visitación. Tenía un gran amor por Jesús. Y Jesús tuvo un amor especial por ella.

Se le apareció en varias ocasiones para decirle lo mucho que la amaba a ella y a todos los hombres y lo mucho que le dolía a su Corazón que los hombres se alejaran de Él por el pecado.
Durante estas visitas a su alma, Jesús le pidió que nos enseñara a quererlo más, a tenerle devoción, a rezar y, sobre todo, a tener un buen comportamiento para que su Corazón no sufra más con nuestros pecados.

El pecado nos aleja de Jesús y esto lo entristece porque Él quiere que todos lleguemos al Cielo con Él. Nosotros podemos demostrar nuestro amor al Sagrado Corazón de Jesús con nuestras obras: en esto precisamente consiste la devoción al Sagrado Corazón de Jesús.

Las promesas del Sagrado Corazón de Jesús:

Jesús le prometió a Santa Margarita de Alacoque, que si una persona comulga los primeros viernes de mes, durante nueve meses seguidos, le concederá lo siguiente:

1. Les daré todas las gracias necesarias a su estado (casado(a), soltero(a), viudo(a) o consagrado(a) a Dios).
2. Pondré paz en sus familias.
3. Los consolaré en todas las aflicciones.
4. Seré su refugio durante la vida y, sobre todo, a la hora de la muerte.
5. Bendeciré abundantemente sus empresas.
6. Los pecadores hallarán misericordia.
7. Los tibios se harán fervorosos.
8. Los fervorosos se elevarán rápidamente a gran perfección.
9. Bendeciré los lugares donde la imagen de mi Corazón sea expuesta y venerada.
10. Les daré la gracia de mover los corazones más endurecidos.
11. Las personas que propaguen esta devoción tendrán su nombre escrito en mi Corazón y jamás será borrado de Él.
12. La gracia de la penitencia final: es decir, no morirán en desgracia y sin haber recibido los Sacramentos.

Oración de Consagración al Sagrado Corazón de Jesús

Podemos conseguir una estampa o una figura en donde se vea el Sagrado Corazón de Jesús y, ante ella, llevar a cabo la consagración familiar a su Sagrado Corazón, de la siguiente manera:

Señor Jesucristo, arrodillados a tus pies,
renovamos alegremente la Consagración
de nuestra familia a tu Divino Corazón.

Sé, hoy y siempre, nuestro Guía,
el Jefe protector de nuestro hogar,
el Rey y Centro de nuestros corazones.

Bendice a nuestra familia, nuestra casa,
a nuestros vecinos, parientes y amigos.

Ayúdanos a cumplir fielmente nuestros deberes, y participa de nuestras alegrías y angustias, de nuestras esperanzas y dudas, de nuestro trabajo y de nuestras diversiones.

Danos fuerza, Señor, para que carguemos nuestra cruz de cada día y sepamos ofrecer todos nuestros actos, junto con tu sacrificio, al Padre.

Que la justicia, la fraternidad, el perdón y la misericordia estén presentes en nuestro hogar y en nuestras comunidades.
Queremos ser instrumentos de paz y de vida.

Que nuestro amor a tu Corazón compense,
de alguna manera, la frialdad y la indiferencia, la ingratitud y la falta de amor de quienes no te conocen, te desprecian o rechazan.

Sagrado Corazón de Jesús, tenemos confianza en Ti.
Confianza profunda, ilimitada.

Sugerencias para vivir la fiesta:
Poner una estampa del Sagrado Corazón de Jesús, algún pensamiento y la oración para la Consagración al Sagrado Corazón de Jesús.


Hacer una oración en la que todos pidamos por tener un corazón como el de Cristo.


Leer en el Evangelio pasajes en los que se podamos observar la actitud de Jesús como fruto de su Corazón.

Fiesta: 8 de diciembre

Al sexto mes fue enviado por Dios el ángel Gabriel a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la casa de David; el nombre de la virgen era María. Y entrando, le dijo: «Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo». Ella se conturbó por estas palabras, y discurría qué significaría aquel saludo. El ángel le dijo: «No temas, María, porque has hallado gracia delante de Dios; vas a concebir en el seno y vas a dar a luz un hijo, a quien pondrás por nombre Jesús. Él será grande y será llamado Hijo del Altísimo, y el Señor Dios le dará el trono de David, su padre; reinará sobre la casa de Jacob por los siglos y su reino no tendrá fin». María respondió al ángel: «¿Cómo será esto, puesto que no conozco varón?» El ángel le respondió: «El Espíritu Santo vendrá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el que ha de nacer será santo y será llamado Hijo de Dios. Mira, también Isabel, tu pariente, ha concebido un hijo en su vejez, y este es ya el sexto mes de aquella que llamaban estéril, porque ninguna cosa es imposible para Dios». Dijo María: «He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra». Y el ángel dejándola se fue.

Reflexión:

Solemnidad de la Inmaculada Concepción de María.

Nadie mejor que Ella, la Virgen Madre del Redentor, nos puede ayudar a disponernos interiormente para el nacimiento de su divino Hijo.

Recuerdo que, cuando era niño, escuché de los labios de mi madre una oración bellísima, que siempre me ha fascinado: “Bendita sea tu pureza/ y eternamente lo sea,/ pues todo un Dios se recrea/ en tan graciosa belleza./ A ti, celestial Princesa,/ amada Virgen María,/ te ofrezco en este día/ alma, vida y corazón./ Mírame con compasión,/ y no me dejes, Madre mía./ Amén”. En esta sencilla plegaria, al igual que en el Avemaría, se encuentra condensada la fe del pueblo cristiano que reza a María, su Madre, invocándola con el singular título de “Inmaculada”.

La Iglesia Católica, casi desde sus inicios, consideró a la Virgen María como purísima y sin ninguna mancha de pecado original. Muchos Santos Padres y teólogos habían defendido la pureza intacta de María, como, por ejemplo, san Gregorio Nazianceno, Orígenes, Tertuliano, san Basilio de Cesarea, san Cirilo de Alejandría, san Efrén de Siria, san Ambrosio y san Agustín. Pero, curiosamente, el dogma de la Inmaculada Concepción no fue definido sino hasta el año 1854 por el Papa Pío IX, de feliz memoria. En la bula “Ineffabilis Deus” proclamaba solemnemente que “la Bienaventurada Virgen María fue preservada inmune de toda mancha de pecado original desde el primer instante de su concepción por singular gracia y privilegio de Dios Omnipotente, en atención a los méritos de Jesucristo, Salvador del género humano”. Son las palabras textuales de la declaración de este dogma de fe.

El Evangelio de la fiesta de hoy nos presenta el pasaje de la Escritura en el que la Iglesia ha visto de forma clara, pero implícita, la afirmación de este dogma mariano. “Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo” son las palabras que el ángel dirige a María, al entrar a su presencia, para comunicarle el mensaje que le traía de parte de Dios. Esta definición, “llena de gracia”, le viene aplicada a María en un sentido pleno y total. Ella es la “toda hermosa”, la “tota Pulcra”, como siempre la han llamado todos los cristianos desde tiempo inmemorial y como canta la Iglesia en las vísperas de esta festividad.

La palabra “gracia” –del griego, “charis”–puede significar “favor, perdón, amnistía” –como cuando decimos que un condenado a muerte ha obtenido la gracia–. Pero significa también “belleza, encanto, fascinación”. Y éste es el sentido que se aplica aquí a María. Ella es la más bella de todas las creaturas; pero no nos referimos sólo a una belleza física, sino sobre todo espiritual: la belleza de su alma por sus virtudes, por su santidad, por la elección divina; porque ha sido totalmente preservada de la mancha del pecado; en una palabra, porque en Ella, en su vientre, alma y corazón, reside el mismo Dios. Ella es “llena de gracia” porque es toda pura y porque Dios la ha elegido para ser la Madre de su Hijo. Ella es “graciosa” porque ha sido “agraciada” de parte de Dios. Ella es, en efecto, “la más hermosa de entre todas las mujeres, la amada del Señor, en quien no hay ninguna tacha” –como canta poéticamente el Cantar de los Cantares–.

Fedor Dostojevskji decía que “el mundo será salvado por la belleza”. Y tenía razón. Pero por esta belleza espiritual que resplandece en el alma de María; por la belleza sin igual de sus virtudes, de su santidad, de su pureza virginal y de su condición de Virgen y Madre Inmaculada.

Ojalá que también nosotros, todos los cristianos, imitemos a nuestra Madre del cielo en su pureza de cuerpo y alma. ¡Son tan hermosas las almas puras! Ojalá los jóvenes y las jovencitas entendieran que la verdadera belleza, la que nunca acaba y la que siempre perdura no es la belleza caduca y engañosa que se exhibe en las formas del cuerpo, sino la belleza limpia del alma santa, la inocencia de la virtud y la pureza del corazón. Pidamos hoy a María Santísima, nuestra Reina y Madre Inmaculada, que nos haga cada día un poco más semejantes a Ella.

Consejos y atajos para ir al cielo

1. ¿Qué es el cielo? Se llama cielo al estado de felicidad de quienes mueren en gracia de Dios. Es la sentencia de premio en el juicio divino. Es la situación de gozo completo sin mezcla de dolores que reciben quienes alcanzan la santidad y se presentan ante el Señor con el alma limpia, brillante, adornada de virtudes y buenas obras.

2. ¿Qué premios hay en el cielo? El cielo es un premio eterno. Allí nadie puede pecar, ni lo desea. Sólo se ama el bien. Los gozos del cielo duran para siempre, nunca terminan. Suelen agruparse en dos:

* La visión de Dios. Es el premio principal: la unión con Dios, la intimidad con el Señor que es el Bien supremo y origen de todos los bienes y gozos posibles.
* La felicidad completa. Todos los buenos deseos satisfechos, todas las ilusiones cumplidas. En compañía de los ángeles y los santos, y de Santa María.
3. ¿Por qué cuesta tanto imaginar la gran felicidad del cielo? Porque el mayor gozo del cielo es espiritual, y en esta vida hay mucha tendencia a buscar la felicidad en asuntos materiales. Así se pierde soltura para captar los bienes espirituales y su valor superior.

4. ¿Hay diversos gozos en el cielo? Sí. Los más santos gozarán en el cielo de una felicidad mayor. Suele ponerse el ejemplo siguiente: imaginemos varios recipientes de distinta capacidad: un vaso, una botella, una tinaja, un tonel. Si los llenamos, todos estarán completos pero cada uno según su capacidad. En el cielo seremos completamente felices pero cada uno según la capacidad de su corazón.

5. ¿El cielo es un autopremio? En parte sí pues cada uno lo alcanza con sus méritos y buenas obras. Pero más bien es fruto del amor de Dios que ha establecido gratuitamente ese premio tan grande. Nadie puede autollevarse al cielo; es el Señor quien lo otorga.

6. ¿Qué camino conduce al cielo? Nuestro Señor Jesucristo nos indicó el modo de vida que nos llevará al cielo. Basta poner en práctica sus enseñanzas. Para conseguirlo, será necesario contar con la ayuda de los sacramentos y de la oración.

7. ¿Consejos y atajos para ir al cielo? Para avanzar rápidamente hacia el cielo se suele recomendar:

* El repaso asiduo de las enseñanzas de Cristo (doctrina cristiana).
* La práctica frecuente de la confesión.
* La devoción confiada hacia María Santísima.

8. ¿Conviene desear el cielo? Es muy conveniente desear el cielo fomentando el ánimo y la esperanza de llegar a ver a Dios. Además de desearlo, habrá que ir dando pasos hacia el cielo, pero se camina más velozmente hacia los ideales si se fomenta la ilusión por la meta.

9. ¿Desear el cielo no es egoísmo? El egoísmo es un amor propio exagerado y que prescinde de los demás. En cambio, el deseo del cielo es un amor propio correcto -el mejor- y no olvida a los demás, ya que el camino hacia el cielo incluye la caridad, amor a Dios, el servicio, el afán apostólico, etc.